Rápidamente



El vacío que corre por la sangre
No deja de ser un peso que cubre el alma,
Como aquello que la estalla desde fuera
Cubriendo con la sombra de la desilusión
Las pequeñas imperfecciones
Que crecen al ya no pasar caballos por las carreteras,
Respirar petróleo de oleoductos gringos
Y comer marmotas rostizadas en el patio de la casa
Sin más satisfacción que la de llenarse con el agua hirviendo
Y ver los diminutos pedazos de tierra que brotan de volcanes de vapor,
Con un propósito más claro que el de la vida humana,
Antes y después de la desaparición forzada de todo ser inteligente.
Porque el humano puede ser cualquier cosa
Menos inteligente.
Piensa cuando se lo propone,
Pero la mayor parte del tiempo
Se dedica a la exageración de los sentimientos
En continuas explosiones de falsedad,
Que ante una cámara
Captan la viva esencia de todos los hombre y mujeres,
Mientras se pudren sus entrañas
Respirando palabras imposibles, desdichas, furia y depresión,
Increíbles ganas de morir criadas desde el corazón a la garganta
Y que desangran lentamente al plebeyo que la recubre,
Recordando siempre lo que pudo haber sido,
Sin pensar en aquello que será,
Dejándolo pasar como fuegos artificiales,
Que valen más que la realidad aparente,
Cubierta de una capa de moho
Donde todos los simios descansan
Hasta que la verdadera luz se presente ante sus ojos
Acabe con dios, los políticos, los falsos y los hipócritas,
Y sólo queden 2 o 3 envueltos en reconciliación
Rodeados de manchas profundas
Que no quitaran con suavizante
Y se harán más fuertes
Tras cada cumpleaños,
Apagón con luces,
Resaca o exceso de tintos antes de escribir una sola página.

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